Cuando la abuela falleció, mamá trajo algunas cosas de
su casa, entre ellas el espejo de mi bisabuela. Uno de esos ovalados, con marco
de madera y un pie tallado artísticamente.
Lo tuvo guardado en el desván bastante tiempo hasta el
día que quiso redecorar la casa. El espejo le pareció apropiado a un rincón de
la sala, le daba cierta majestuosidad y prestancia antigua...
Solo que a mi ese espejo me cayó muy mal. Ese mismo
día a la tarde pase en frente de el con mi hermanita. Paramos a vernos en su
luna. Para mi sorpresa solo vi el reflejo de Clarita, ella no se dio cuenta,
pensó que yo no me había detenido. Con mi asombro y con miedo de que se
asustase, seguí de largo y me senté en el sofá.
Mi bisabuela era una inmigrante de Transilvania, la
zona del conde Drácula.
Ustedes saben que los vampiros no se reflejan en los
espejos y que de acuerdo a la leyenda, el famoso conde no murió, sino que se
transformó en uno de ellos.
Mi cabeza comenzó a trabajar a mil revoluciones por
minuto.
Me miré las manos para ver si no me había lastimado
cuando ayudé a mamá a bajar el espejo del desván. Quizás me habría contagiado
el vampirismo de algún modo.
Efectivamente tenía un astillita minúscula clavada en
la palma de mi mano izquierda.
Mandé a Clarita a jugar a su cuarto y me dediqué a
investigar el espejo; en la parte posterior tenia tallada la imagen en madera de un castillo construido
en la cima de una montaña.
Abajo, siguiendo la línea de la base, había una
rendija disimulada. Me di cuenta que sobresalía apenas una puntita de papel.
Tire delicadamente y salió una hoja amarillenta
escrita en un idioma desconocido para mi. Supuse que por la procedencia sería
rumano antiguo.
Encendí la computadora y conseguí encontrar en la Internet un programa que
lo confirmó y lo traducía al español.
Copié el texto y he aquí a traducción:
"Este espejo fue construido con algunas astillas
sobresaliendo adrede de su marco, estas fueron mojadas con mi sangre, el
primero que se lastime con una de ellas recibirá mi herencia, firmado:
Conde Drácula"
Sobresaltado y asustado, escondí la carta entre las
hojas de un libro, y me encerré en mi cuarto.
Luego bajé a cenar con Clarita y mis padres para que
no sospechen que me pasa algo.
No les comente nada, disimulé durante toda la cena. Al
terminar volví a mi cuarto pensando cual sería la herencia. El no verme reflejado en el espejo podría ser una
señal de que me convertiría en un vampiro.
Me dormí agotado al amanecer.
Antes de despertar, soñé que a la mañana un rayo del
sol entraba por la ventana, iluminaba mi mano y esta se deshacía en polvo.
El reloj despertador comenzó a sonar.
Desperté sobresaltado, miré mi mano, estaba intacta.
Por la ventana entraba luz pero estaba nublado. Corrí
y cerré las cortinas. Bajé a tomar un café fuerte para despabilarme. En ese
momento el timbre llamó a la puerta.
Nadie fue a atender la puerta.
Mis padres ya no estaban, papá había salido a trabajar
y mama a llevar a Clarita al jardín de infantes.
No tuve mas remedio que atender yo, me dirigí a la
puerta y la abrí, era un telegrama. Sorprendido lo recibí, le dí una propina al
mensajero y me senté en el sofá a leerlo.
Estaba en ingles, el remitente era de una
firma de abogados rumanos. Resumiendo el texto pedía a mis padres que me
llevasen a su estudio en Bucarest para recibir la herencia de un castillo en Transilvania.
Corrí al espejo y este todavía no devolvía mi reflejo,
fui al cuarto de baño, y para mi tranquilidad la luna de su espejo devolvió la
imagen de mi rostro.
Ya más tranquilo corrí a la puerta de atrás… …
La abrí con temor……
Salí al jardín……
Las nubes se habían disipado……
Había un sol resplandeciente……
Temblando me senté en una de las sillas del jardín
iluminada con su luz……
Sus rayos entibiaron suavemente mi cuerpo…
Daniel Kritz, 1 de enero de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario