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viernes, 13 de enero de 2012

Ciencia ficcion


El viento rojo

La vida del granjero en Marte es como el acero en la forja, endurecida a golpes.
El peor, es el martillazo de la soledad.
Noventa días como monje ermitaño y solo un mes de vida hogareña.
Moses verificó los robots que araban el terreno en el galpón de los sembrados.
Miró hacia la cúpula, el calor y la luz del sol artificial entibiaron su rostro.
Con ese calorcito soportó mejor el aire glacial de la escafandra.
Entró a la recámara de salida al exterior.
Fue hacia el criadero de las gallinas, el otro galpón de la granja.
Salió, miró el termómetro de su traje, un frío de mil agujas atravesaban sus guantes.
Con la proximidad de la noche marciana el poco calor del día huía hacia el horizonte atrás del sol. Sesenta grados centígrados bajo de cero endurecían el polvo rojizo del suelo como un pavimento metálico.  Enganchó el mosquetón al cable que unía los dos galpones y caminó despacio hacia el gallinero. Era imprescindible, en la última tormenta de polvo, el viento rojo casi le arrastra.
Los hologramas de compañía son solo eso, imágenes tridimensionales, pero frías e insípidas... Moses no consiguió acostumbrarse al holograma inmaterial de sus seres queridos ni siquiera cuando habla con su familia con el teléfono holográfico, el holófono.
Moses casi si no usa esos aparatos, prefiere los recuerdos, imaginar la música cantarina de las risas de los niños y el tibio regazo de su esposa.
Guiado por el cable apenas miraba el camino, estaba ensimismado en sus pensamientos cuando algo le llamó la atención mas adelante, a medio camino del otro galpón.
Alguien con rasgos humanos, estaba al lado del cable... Se acercó receloso mientras se preguntaba que ser podría aguantar sesenta grados bajo cero y respirar sin escafandra.
-Se que estas pensando...- Escuchó Moses en su cabeza- Soy telépata...
-¿Y tu quien eres?- Le "dijo" Moses
-Un "antiguo", uno de los primitivos habitantes de este planeta.
-¿Como puedes soportar la temperatura tan baja y sin aire?
-Es simple, no estoy aquí, estas viendo lo que tu llamas holograma… "On line" , como tu holófono.
-¿Y donde estas?
- En la caverna X25, uno de nuestros refugios después del holocausto del cometa.
-¿Holocausto, cuando pasó eso?
-Hace unos 3000 años terrestres.
- ¿Por que apareces solo ahora después de mas de 300 años que poblamos Marte?
- Por designio de aquel que tu raza llama Dios, el nos salvó de la hecatombe cuando vino nuestro fin del mundo...
Solo salvó a aquellos que ganaron su gracia. Y determinó la hora del encuentro de nuestras razas... Con un hombre que se llama Moses... ¡Tu!
-¿Pero me eligió a mi entre los millones que poblamos Marte?
-, ¡Te ha elegido por ser un justo entre los justos...!
Como un chisporroteo de luciérnagas la imagen se disolvió en la penumbra de la caída del sol.
Moses continuó caminando, miró el cielo marciano y después al sol escondiéndose en la curva que separa el día de la noche.
Pensó que quizás que fue un espejismo, otro martillazo de la soledad.
Llegó al criadero, abrió la puerta de la recamara, se sacó la escafandra y entró al sector de las ponedoras.
Algo le llamó la atención, el trabajo ya estaba hecho, los huevos estaban ya en bandejas, apiladas, listas para la criogenización.
En el otro extremo del galpón, vio al "antiguo" que le saludaba.
Moses le devolvió el saludo, el antiguo entró a la otra recamara, se vistió adecuadamente y salió. Por las pantallas de control le vio subir a su vehículo, e inmediatamente se perdió de vista en las arenas rojas del paisaje marciano.
Viejas leyendas de profetas centellearon  en los confines de la memoria de Moses .
Profecías narradas por los abuelos en los días de encierro por el viento rojo.
Moses se sentó, encendió su computador. La imagen de un teclado y una pantalla se proyectaron a su frente. En el buscador de la "Ultranet" tecleó "profecías"
Deambulaban algunas de tres siglos de antigüedad...
Le llamó la atención una en particular:
"Un justo, de alma simple, recibirá el mensaje de Dios a través de un sobreviviente…Y iluminará su camino una luz del cielo"
Se levantó, apagó el dispositivo, meditando la profecía, fue a la recamara de salida, se puso la escafandra, salió, miro hacia arriba. La fantástica explosión de una súper nova deslumbró el firmamento.
Su luz le encegueció unos instantes.
Luego la aurora fascinante llenó de luz y color las arenas…

Y iluminará su camino una luz del cielo...

Daniel  Bradbury, 12 de enero. 325 años de la conquista de Marte


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