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lunes, 1 de junio de 2015

Orión 515 b

Orión 515 b

El sistema lo despertó lentamente.
Despues de unos minutos ya se sentía fuerte lo suficiente  para abrir el sobre verde que estaba a su lado.
Leyó las instrucciones…
Comenzó el aterrizaje en Orion515b.
Una vez en tierra, si asi se podría llamar al suelo de Orion, los sensores detectaron una atmosfera similar al del planeta madre. La temperatura rondaba los 25 grados,
Primero se despojo de la escafandra, luego del traje espacial, caminó unos pasos y sentó en un peñasco.
Miró el reloj, indicaba las diez y venticinco del tres de noviembre de 2215...
¡Mierda...Rip Van Winkle [i]es un poroto al lado mio!– exclamó.
Su nave había partido el 2115.
No conseguía entender como lo habían convencido. ¡Bien… no era casado… sus padres ya habían fallecido…pero  cuando volviese no conocería a nadie y todos sus conocidos estarian cremados en algún cementerio!
Trató de concentrarse en la misión, levantó la vista y un increible anaranjado pintaba las cumbres del norte y al este un tenue azul teñia las colinas...
Tomo la cámara de su casco y grabó la presencia de los soles de Orion.
Volvío a la nave, con las funciones vitales volvian tambien las nececidades. Se sentìa como una jauría de lobos corriendo la presa salivando su sabor de carne fresca.
Apretó un boton y sobre la mesa apareció una caja con el estúpido nombre de Porción numero 0001.
Pensó que el idiota que la había pensado tampoco estaría vivo.
Manipuló los botones de la computadora de mesa y un señor amable de facciones de abuelito contando un cuento a los nietos se le dirigió deseándole una bienvenida a Orion515b y buen provecho...
– ¿Habrá un sensor que detecta la comida y adecúa la peli de acuerdo a lo que hago?– Pensó mientra escuchaba al señor bondadoso que le repetía las mismas instrucciones que había leido.
Volvió a salir, esta vez llevó la mochila de exploración, con víveres, agua, y una docena de instrumentos.
Caminó una buena jornada, apenas se veía vegetación pero al pasar una colina se encontró con un lago rodeado de un bosque.
Se puso alerta, los sensores detectaban la precencia de seres vivos. Armó un vivac, junto leña y prendió una fogata. La luz anaranjada ya había desaparecido y solo la azul lo rodeaba con una tenue penumbra.
El recuerdo de las Historias de Nick Adams, los cuentos autobiograficos de Hemingway, se reflejaban en el humo de la fogata.
Decidió intentar  pescar, preparo una caña completa que había en el equipo.
Algunas sombras obscuras paseaban  en las aguas del lago.
Puso el cebo artificial, y tiró la línea al agua.
¡No así, amigo! – escucho decir a alguien. Se dio vuelta y vio sentado en una piedra a un viejo de barba blanca.
Solo atinó a preguntarle:
– ¿Quién es usted?– Como si ver un humano a cien años de la Tierra fuera una cosa comun y corriente como  un londinense ajustando su reloj con el Big Ben.

– Ernest– le contestó y continuó– Nick nunca arrojaba la línea de ese modo, de arriva a abajo, sino de lado, para que la cucharita haga sapitos y atraiga la presa, déjeme a mí que le muestro. – dijo el viejo levantándose y tomando la caña de sus manos.
Tiro desde su derecha haciendo un arco paralelo al agua.
El cebo crepito sobre la superficie como las chispas que chisporroteaban en la fogata.
Para su sorpresa  un pez saltó y mordió el cebo.
El viejo recogió el sedal y trajo algo parecido a un trucha a la costa.
Pesaba alrededor de un kilo y medio y sus escamas doradas reflejaban un color verdoso por la luz del sol azul que ya tambien caía en el horizonte.
Ernest rapidamente solto el pescado del anzuelo, sacó una navaja de su bolsillo, lo limpio, lo ensartó en una rama y lo puso a asarse al fuego.
Todo ese tiempo el astronauta estaba estático observando pero al fin reaccionó.
¡Hemingway, Ernest Hemingway! ¿Como llegó aquí?
– No se, creo que usted me trajo, ¿No estaba recordando mi libro hace unos minutos?
Tome, coma un poco, no tiene nada que envidiar a las de " Rio de dos corazones" ¡Ja, ja! –Se rió de su propia ocurrencia de referirse a otro cuento suyo de Nick Adams mientras le alcanzaba con la punta de la navaja una generosa porción del pescado asado.
El astronauta comió un pedacito y al poco tiempo sin decir palabra los dos dieron cuenta de la trucha orionense.
– Entonces, ¿usted es real, es el propio Hemingway? O estoy enloqueciendo.
– ¿Por qué, acaso la satisfacción de un deseo subconciente es un signo de demencia? No amigo, satisfacer un deseo es la maxima expresión de cordura.
¡Pero usted se mató hace mucho tiempo con su propia escopeta!
– Veo que usted ya esta dudando...–Dijo el viejo y su imagen se comenzó a esfumar  como en un fundido encadenado entre dos escenas. Ernest que desaparecía y el solitario paisaje de la fogata, el lago y el bosque que se hacía más nítido.
¡Espere... Espere. No se vaya!– apenas alcanzó a gritar el astronauta.
Ya no quedaba vestigio de Hemingway.
Pensó que sería alguno efecto psicotropico de una comida guardada cien años. O alguna perturbación psiquica causada por el propio planeta.
El pescado lo podría haberlo  pescado, o asado y comido el mismo.
Pensó en escribir un informe, pero no sabía como ¿quién le creería una historia tan absurda?
Agregó un poco de leña al fuego, abrió el saco de dormir y se metió adentro, no antes de preparar los detectores de peligro. Al cabo de uno minutos volvio a caer en su primer sueño normal despues de uno de cien años.
A la mañana el resplandor anaranjado del primer sol irrumpió por encima de los arboles.
Se levantó, apagó los brasas del fuego mientras masticaba todo lo ocurrido el día anterior.
Juntó todo y se dipuso a volver a la nave para redactar su primer informe.
¡Bah, seguro fue una alucinación...! se dijo a si mismo cuando un reflejo azulado del segundo sol hirió su vista.
Se acercó a un objeto caído en el suelo.
Levantó la navaja de Hemingway y la guardó en un bolsillo.




[i]  Rip van Winkle es un cuento corto de Washington Irving. El relato se ambienta en los días antes de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.. Rip, se sienta bajo la sombra de un árbol y se queda dormido. Se despierta 20 años después y regresa a su aldea. De inmediato se mete en problemas cuando alaba al rey Jorge III, sin saber que ya no era un súbdito de los británicos.
1/6/15 23:21

domingo, 31 de mayo de 2015

Un momento mágico...

Un momento mágico...

Estábamos paseando en Paris en un maratona de metró y caminatas.
Nuestro hotel estaba en la Rue du Depart en frente de la estación Montaparnasse Benvenue. Para no aburrirme llevé para leer o mejor dicho releer, "Paris era una fiesta" de Hemingway. Todos los días llegábamos agotados al hotel, el Waldorf Montparnasse. Ese día Claudia se acostó temprano y cayó en un sueño profundo. Yo también intenté hacerlo, pero Morfeo no llegaba así que comenzé a leer el libro. No solo que no me dormí sino que comencé a pasear en sus páginas por el Paris de "Papa", el sobrenombre del viejo. Después de leer tanto sobre sus comidas, ron, borboun y vinos decidí bajar a pasear un poco y tomarme un cognac.
Salí sin rumbo pero instintivamente doblé a la derecha, caminé media cuadra hasta la esquina y doble otra vez a la derecha por el bulevard Montparnasse. Las calles bullían de vida, y eran  un cuadro colorido de Toulusse Lautrec, o por lo menos lo  era para mi imaginación efervecida por el libro. Me subí el cuello del abrigo y caminé otras diez cuadras. De lado del frente del boulevard vi las luces del café  La Closerie des Lilas, donde Hemingway solía sentarse en la terraza a escribir al lado del calorcito de las estufas de carbón.
Entré, las estufas no eran de carbón sino eléctricas, pero igual daban una agradable calidez.
Había ya poca gente, una pareja ensimismada en sus arrumacos de amor, un señor leyendo el periódico Le monde y dos señoras tomando un tardío te de la tarde. Se acercó el garcón y le pedí un cognac. Después de unos instantes vi que se acercó a mi mesa un señor mayor, con un traje arrugado,  de barba y cabellos blancos.
En un español con acento americano me pidió permiso para sentarse a mi lado.
Acepte casi sin mirarle pensando que si habían muchas mesas vacías ¿porque no ocupaba una?. Apoyé los brazos en la mesa y por curiosidad lo observé. Mi asombro me dió un golpe de adrenalina. Antes de hablar tomé un poco del cognac.
- Yo hubiese tomado un bourbon- me dijo
- ¿"Papa..."como es posible?- Le contesté mirando a los  demás comensales que no prestaban atención a lo que ocurría.
-¡ Paris es una fiesta las 24 horas del día! ¿No es cierto?- me dijo con su típica sonrisa,  como si supiera que estaba leyendo
Miré a mi alrededor y me pareció que las estufas eran ahora de carbón, que la pareja de los arrumacos y que las dos señoras del te tardio vestían  ropas de los años treinta.  Y que ese señor que leía Le monde, tenia un traje con cuello pajarita, bastón y que en su mesa había un sombrero rancho de paja.
" Papa" me sonreía y yo estuve tentado de salir para ver los coches y la gente que circulaban en el exterior.
Como si supiera lo que estaba pensando me dijo:
- ¡No pierdas la magia de este momento! No siempre uno puede viajar en el tiempo o ver escenas del pasado.
Apure el cognac de un trago y llame al mozo para pedirle un armagnac que es mas fuerte.
- Une seconde, monsieur. dans un instant (En seguida señor- en un momentito) me contestó y entro prestamente en dirección  al barman.
- Tiene razón, " Papa" , verlo a Vd de cuerpo presente es un privilegio que nunca pensé tener.
"Papa" se acomodó en su silla como si realmente estuviese sentado, miró a su alrededor y me contestó:
-Poder volver a disfrutar de una noche parisina  también es una momento mágico que solo sucede cuando alguien como tu me llama leyendome con fervor y cariño...
Ahí, antes de que la magia desaparezca me atreví a pedirle algo:
-"Papa", le tengo que preguntar algo que siempre quise saber... ¿cual es su método de escritura, de donde le salen ideas tan simples y a la vez hermosamente descriptivas? Como esta por ejemplo- Ahí saqué el libro del bolsillo y simplemente comencé a leer saboreando las palabras,  una frase que me había encandilado una hora antes en la cama del hotel.
-"Una chica entró en el café y se sentó sola a una mesa junto a la ventana. Era muy linda, de cara fresca como una moneda recién acuñada si vamos a suponer que se acuñan monedas en carne suave de cutis fresco de lluvia,"- Ahí " Papa" me interrumpió y entrecerrando los ojos continuó la  frase:
-" Y el pelo era negro como ala de cuervo y le daba en la mejilla un limpio corte en diagonal. ".  Hizo un espacio de de silencio y comentó   ¡Tu no te puedes imaginar la belleza diáfana de esa muchacha, seguro que cualquiera que viese a alguien así, se volvería poeta en un instante.
El mozo trajo mi armagnac, se acercó por detrás de "Papa", cuando se agachó para poner la copa en la mesita, parte del mozo y su bandeja atravesaron el cuerpo de Hemingway.
Este no se inmutó, pero me dijo:
- Parece que la magia se está acabando y debo volver...
-¡No, no se vaya "Papa", ¿Quizás le pido un bourbon...?
- Me encantaría, pero últimamente solo bebo mis recuerdos...
-Un ultimo concejo para un escritor incipiente...¡por favor!
- Se que lo eres, por eso vine...anota , esto es algo que yo siempre le digo a los primerizos..:
"Un escritor, si sirve para algo, no describe. Inventa o construye a partir del conocimiento personal o impersonal." ....después de otro silencio su figura comenzó a desvanecerse y lo que restó de su presencia me saludó....
-Adiós, amigo..!
Su imagen se fué  diluyendo oníricamente.  Yo me quedé como en un trance fantasmagórico  pero mi felicidad era real y palpable.
El mozo me llamó a la realidad
- Terminez votre armagnac, monsieur. C' le temps d'aller au lit.! (¡Termine su argmanac,  señor. es hora de ir a la cama!)  Avez-vous parlé à un fantôme.?( ¿Hablaba usted con un fantasma?)
Le obedecí, apure mi trago y pagué la cuenta.
Me levanté despacio y trate de beberme toda la escena para no olvidarla jamás.
La chica de los arrumacos se separó un poco del novio para beber, levanto su copa en mi dirección y me dijo sonriendo:

- Bonsoir, monsieur!
31/5/15 0:12

martes, 21 de abril de 2015



  Un viejo lindo cuento del 2013:


                        Gafas o “gaffes”? 
      
-¡Ramonaaa!
-¿Y ahora que, Gervasio?
-¿Viste mis gafas? ¡Seguro que las desgraciadas tienen patitas!
- ¡Tus gafas no las vi, pero tus  “gaffes” las veo a menudo!

-¡No me jodas, Ramona, me tengo que afeitar y no veo ni la punta de la nariz!
-¡También con semejante narigón!. Me parece que las dejaste arriba del televisor.
-¡Gracias querida! ¿Que sería mi vida sin ti?
-¡La tuya no sé, pero la mía algo cercano al paraíso!
Gervasio, se terminó de afeitar, salió con la cara media enjabonada y apoyó sus lentes en una estantería al lado de la puerta del baño.
Entró nuevamente y se duchó.
Unos minutos después sonó la campanilla de la puerta de entrada.
Gervasiooo! ¡Por favor atendé, que se me corta la crema!
-¡Voy, Ramona¡ Dijo el marido saliendo del cuarto de baño en camiseta y envuelto con un toallón de cintura para abajo.
Abrió, era  el cartero que le entregó una carta certificada y le pidió que firmara el recibo.
-¡Ramonaaa!!
-¿Otra vez, y ahora… Gervasio?
-¿Viste mis “quevedos”? le respondió.
-¡Me parece que ni siquiera son “queveuno”, cabeza de chorlito, piensa un poco, hombre!- Ramona le contestó socarronamente sin dejar de batir la crema.
Gervasio, medio ciego,  tomó el recibo,  lo apoyó sobre el marco de la puerta  y firmó como pudo donde el cartero le indicó con el dedo.
Cerró la puerta, apartó el sobre a más de medio metro y leyó con gran esfuerzo el nombre del destinatario de la carta.  Estaba escrita Ramona  con letras grandes en una cuidadosa caligrafía. Se puso pálido, el sobre cayó de sus manos.
Pensó: “Mi mujer nunca recibe cartas”.
La adrenalina le hizo recordar que se había sacado los lentes antes de bañarse para que no se empañen con el vapor de la ducha y que los había apoyado en el estante al lado del baño. Corrió hasta ahi, los tomó, se los puso apresuradamente  y comenzó a leer la carta.
" Ramona, paixón da miña vida:
 ¡Desde aquel dia en que la providencia cruzó nuestros caminos no veo la hora de volver a  verte,  para  volver a  abrazarte y comerte a besos!
 Seu,
Manolo el portero do edificio de  enfrente"
- ¡Miserable, cuarenta años de matrimonio y me engañas con el portero! Gritó y salió corriendo en dirección a la cocina vestido solo con la camiseta. El toallón se le había caído en medio del ataque de histeria.
Ramona sin parar de batir, no fuera que se le cortase la crema chantillí, lo miró con los ojos grandes como huevos diciéndole.
-¿Y ahora de que se trata Gervasio? ¡Y a ver si te tapas el culo, no sea que se resfríe y comience a estornudar!
El marido sacó un gran cuchillo de cocina mientras le gritaba.
-¿ Que te mato infiel!
Ramona no perdiendo la tranquilidad, batiendo su chantillí, le preguntó
-¿A quien está dirigida la carta?
-¡A vos, desgraciada! Le respondio acercándose amenazadoramente con el cuchillo.
-¿ Y tenías puesto las”gafas”? . Lo paró con el batidor de mano
-¡Estee...no...! Le respondió dudando.
-¡Anda, trae el sobre y leélo con los “quevedos”. Le ordenó Ramona.
Gervasio se enrrolló la toalla otra vez y lo fue a buscar dejando el cuchillo sobre la mesa.
Volvió leyendo en vos alta:
- ¡Ramona!- leyó con seguridad y prosiguió  - no hay apellido... mas abajo en letras mas pequeñas: Calle Camelias 254 –ahí se detuvo empalideciendo otra ves y siguió-” para mi amor” del cuarto B...
-¿ Y donde vivimos Rey de las “gaffes” ,? le respondió la mujer apuntandole la nariz con el batidor de alambre.
-¡Camelias 254, Segundo A...!- le respondió constrangido. Quedó unos segundos en silencio, luego le pidió con voz melosa - ¿Ramoncita...cielo... me perdonás?  

Daniel Kritz, 12 de mayo de 2013

21/4/15 0:03

jueves, 14 de noviembre de 2013

Reunión en la biblioteca

Reunión en la biblioteca


La biblioteca está iluminada por la luz que llega del cuarto del niño.
Se escucha un murmullo que viene de uno de los estantes.
Viene de la reunión que se está realizando en la página 113 del tomo IX de la Enciclopedia Universal.
Están presentes todas las letras de esa hoja y representantes de las otras.
En la cabecera de la página se encuentran una letra A mayúscula con dos B como vicepresidentes presidiendo la asamblea.
El tema que se discute es si el mundo tiene solo dos dimensiones o tres como lo sugiere una G aventurera.
Defendiendo la idea conservadora habla una Ñ:
-Nuestro mundo es chato y liso, es uno de los planetas  planos pertenecientes a la galaxia del libro.
Y no existen pruebas fehacientes que justifiquen lo contrario-
-¿Pero usted nunca se dignó ver la imagen  que ilustra en esta hoja? Le dice la G en tono alterado.
- Es solo una mancha de varios tonos, ¡no nos dice nada! Responde la Ñ despectivamente.
-¡Parece que esa tilde lo enceguece, amiga Ñ! Se ve que es un paisaje en tres dimensiones. Las imágenes que se ven son desconocidas para nosotros pero de una belleza deslumbrante!
-¡Deje de inventar estupideces, el mundo es y será siempre plano! Lo interrumpe la A en su condición de presidente, y prosigue - es mejor que se retracte pues no veremos obligados a denunciarlo a la Santa Inquisición de La Letras.
-¡No, yo lo he visto... Y no me retracto...inclusive he visto al dios gigante que mueve nuestros planetas cuando termina la noche y comienza la luz del día...!
-¡Sacrilegio! Gritan al unísono la A, las dos B y la Ñ acompañados por el resto de la asamblea.
-¿No leyeron sobre la geometría de Euclides en el tomo VI?- Intenta defenderse la G.
-¡Llamen a los guardias ordena la A!
-Está bien...señores de la docta asamblea... ...me retracto -Dice la G pidiendo clemencia...
Y agrega en un susurro:
¡Eppur io ho visto! ¹-


¹'Sin embargo lo he visto (Italiano)
14/11/13 4:40


viernes, 8 de noviembre de 2013

La insoportable levedad.

                «En la vida, todo lo que elegimos por su levedad no tarda en revelar su
              propio peso insoportable.»
              Italo Calvino, hablando sobre La insoportable levedad del ser    de Milos
              Kundera.

Todos lo conocen por el:

¡Tranquilo...Venancio!

Un hombre atildado, comedido y siempre bien vestido.
De saco y corbata los 365 días del año
La única displicencia que se permite es vestir camisa de mangas cortas en los días en que el bochorno agobia.
Uñas de visita a la manicura.
Una imagen de aplomo impecable que nada en el mundo  la podrá perturbar
Pero la realidad es otra.
Venancio en su interior tiene una batería.
Como la aplicación del celular, que a pesar de ser todas rectangulares, nos muestra una pila redonda, llenándose de a poquito  con un líquido verde.
Venancio aparentemente no reacciona, pero las pequeñas broncas se acumulan en su batería.
Hoy su gerente lo llamó a su oficina:
- Venancio ¿qué pasa? Rodríguez consiguió un aumento de sus ventas en su sección del 15%. La suya inclusive cayó en un 5%.
 Le sonrió y le contesto:
-No se preocupe, señor trataremos de solucionarlo inmediatamente
Y su otro yo pensó lo que realmente quisiera decirle:
-¡Pero pedazo de boludo, Rodríguez vende alimentos, y yo electrodomésticos...! ¿Quién come heladeras con esta crisis?
La bronca va a la batería verde.
Antes de llegar a casa un tipo con un Peugeot rojo, lo pasó por la derecha y lo cerró para doblar a la izquierda en el semáforo.
Estaba en rojo. Venancio paró a su lado y le sonrió, mientras pensaba:
- ¡Si tuviese un mionca te aplasto como a una cucaracha! El verde sube....
Al llegar a casa  la entrada a su garaje estaba bloqueada por el coche de su vecino... piensa:
¡Siempre lo mismo, que carajo le cuesta estacionar medio metro mas atrás!
Con paso cansino fue a la puerta de Antonio, tocó el timbre y cuando salió le dijo
- Don Antonio, ¿podría correr un poquito su automóvil, por favor?
-¡Uf, que hinchabolas, Venancio! Contestó el vecino saliendo a desgano.
Venancio lo siguió  sonriendo imaginando como le deshace el cráneo con el crique del auto.
El verde subiendo, subiendo.
Salió del garaje y fue al almacén del barrio  para comprar un litro de leche. Al pagar solo tenía un billete de doscientos.
La cajera le puso cara de culo y le dijo: ¡compre en otra parte! ¿Que se piensa,  le voy a dar  todo el  cambio que tengo?
Venancio le sonrió  y volvió  al auto donde encontró un billete de diez.
- Aquí tiene señorita, sírvase por favor. Le entregó el dinero con una sonrisa...pensando:
- ¡Podes enrollar este billetito y metértelo en el orto!
El verde subiendo, subiendo...
Cuando entró a casa, vio a su hijo salir del baño, le dio un beso y entró el.
Levantó la tabla cuidadosamente, hizo su pipí  sin haber visto que el nene la había dejado toda goteada.
Su mujer viene, le gruñe un saludo y mira adentro del baño.
-¡ Ya measte la tabla otra vez, Venancio, te la voy a atar!
Quiere reaccionar diciendo que no fue el, señalando al chico que se esta escondiendo en el cuarto.
Venancio quisiera decirle:
¡Fue ese pendejo de mierda!
Comedidamente le dice:
- Me parece que Marquitos hizo pipí sin mirar, querida.
- Dale, encima le echas la culpa al nene ¿no te da vergüenza? Andá, prepará la cena que me estoy pintando las uñas.
El verde de la pila se acerca al positivo...
Se lava las manos... se saca el saco... lo cuelga en el ropero... se arremanga... se pone un delantal y finalmente se pone a cocinar.
En ese instante suena su celular. Es su gerente:
- Hola, Venancio vea el file que le mandé en un
 e-Mail. Es su informe de hoy, por favor revíselo íntegro y tráigamelo  para mañana.
Venancio, cierra los ojos y paladea una respuesta
- ¡Pero sorete, no se da cuenta que ya salí de la oficina, que carajo se cree! 
Sonriendo, aunque el jefe no lo ve responde:
De acuerdo señor, mañana por la mañana estará todo listo... Si...si...no se preocupe....que tenga muy buenas noches....y  su mente continua: ¡ y no se olvide de irse a la mismísima puta madre que lo reparió !
Termina de cocinar, prepara la mesa y llama a la familia.
Intenta conversar con su hijo pero el nene viene con su iPod y no le da pelota, la nena llega hablando con el celular así que ni siquiera intenta. Su mujer llega del dormitorio y se sienta soplándose las uñas.
Comienzan a comer.
La mujer da un bocado y grita:
-¡Pero esta bazofia no tiene nada de sal!
 La pila explota, Venancio se pone todo verde de furia, agarra el salero con  rabia  y se lo tira por  la cabeza.
La mujer que tiene  la costumbre de balancearse sobre las patas de la silla, lo recibe en la frente y se cae para atrás.
Se quiebra la nuca al golpear en el mármol de la mesada.
Como una marioneta de trapo sigue cayendo lentamente hasta quedar desparramada en el suelo
Venancio se levanta y se acerca.
-¡ Pero le puse sal, querida!

En el juzgado, con una mirada de ciego hacia un costado, solo atina a balbucear:
- Pero le puse sal... Le puse sal...le puse sal..

El juez sentenció  homicidio involuntario y ordeno internarlo en un hospital psiquiátrico.

En la sección policial del diario salió el titular:
¡Mató a su mujer de un salerazo y el juez lo mandó al psiquiátrico
En un bar alguien lee la noticia a sus amigos.
Otro parafraseando a Kundera la comenta:
- Es insoportable la levedad de los jueces para juzgar a un asesino

8/11/13 12:16





domingo, 3 de noviembre de 2013

El ojo


El ojo



Nunca voy olvidar a Sulemain a pesar del poco tiempo que estuvimos juntos.
Y no precisamente por su nombre árabe, sino por su ojo de vidrio.
No duraba mucho en ninguna escuela. Tampoco en ningún pueblo.
Su familia era el sinónimo familiar del judío errante. Vagaban por el país y cuentan que habían emigrado de Brasil.
Se sentaba en el último banco de la clase, uno que estaba roto y solo podía ocuparlo un alumno.
Además miraba la pared cuando el maestro no hablaba.
Pero no lo pudo evitar, alguien siempre al final miraba su ojo celeste, el de vidrio.
El sano era verde pero se ve que los padres re pobres, lo habían comprado en una tienda de antigüedades del gran bazar de Estambul. 
El ojo hipnótico atraía tu mirada como un imán, una vez que lo mirabas no podías sacarle la vista de encima.
Ahí comienza la historia, bastaba un segundo, un instante y lo veías todo, absolutamente todo.
Toda la historia y todo el futuro, todos los puntos en un punto, simultáneamente en el celeste de su ojo.
Veías tu vida y todas las vidas de los otros.
Pero tu propia muerte era el desencadenante crítico de tu huida despavorida y tu negativa a volver al aula.
Sikorsky, el otro judío de mi clase, aficionado a las ciencias ocultas, leyó en un libro de nigromancia la historia de un mago del siglo XIII que poseía un ojo con esas características.
Es muy posible que la prótesis ocular de este brujo en vivió en Izmir,   haya rodado de ojo en ojo hasta la tienda de Estambul. 
Al principio lo cambiaron de clase, pero al final el papá de Sulemain, un turco vendedor de baratijas lo vino a buscar y nunca más lo vimos.
Dicen que Rodríguez cuando estudiaba para el ingreso a la universidad, vio a Borges en La perla del once. Venciendo su timidez lo fue a saludar. Entre otros asuntos que charló con el viejo, le conto la historia del ojo del turquito.
En 1949 el escritor publicó El Aleph. 


David Deka, diciembre de 1940

3/11/13 2:16

domingo, 6 de octubre de 2013

La casa de los bichos

La casa de los bichos



El sujeto estaba vestido como Dick Tracy, si es que alguno de ustedes es tan jovato como para haberlo oído nombrar. Dick era un detective privado  de los años treinta.
Estaba envuelto con un impermeable y con un sombrero encajado hasta las cejas.
Los ojos ocultos detrás de un par de anteojos oscuros.
Subió a mi taxi, y mientras se acomodaba le pregunté si quería que prenda la calefacción. Lo vi tan emponchado que supuse que tenía frio.
Mientras tanto lo miré por el retrovisor y ahí me di cuenta que era un sujeto extraño.
El tono de su piel, algo entre verdoso y gris...parecía enfermo o muerto de hambre.
Me dije no juzgues a tus pasajeros y hace tu trabajo de transportar gente de un punto a otro de la ciudad.
Con una voz cansina me dio una dirección en Villa del Parque, bastante lejos de donde estábamos.
Buena ganancia, pensé y le pregunté:
-Maestro ¿Quiere que baje la banderita o arreglamos el precio? - No - me contestó parcamente en una vos tan baja que casi no le escuché.
Prendí la radio y le pregunté si le molestaba.
Ni se dignó a contestar,  lo cual interpreté como una afirmación.
Después de los casi cuarenta minutos llegamos al destino, ahí me di cuenta adonde había viajado.
Al " Palacio de los bichos", como así llamaban a esta casa  del barrio Villa del Parque  por las gárgolas que originalmente la decoraban.
Me acordé de la leyenda.
 La casa que había construido un aristócrata italiano para su hija y a su yerno como regalo de bodas.
 Luego del festejo, la pareja partió a su luna de miel. A minutos de salir, el coche que llevaba a los novios fue atropellado por el tren y ambos perdieron la vida al instante.
Desde ese entonces, la casa fue cerrada y los habitantes del barrio se encargaron de hacer rodar diversas historias de los fantasmas de la pareja que la habitaban.
Volviendo a la realidad le dije.
- Llegamos don, son 30 con 40...
- No tengo dinero...
- ¿Y porque subió al taxi si no lo puede pagar?
- Tengo que llegar antes de la media noche a casa.
- ¡Y a mi que me importa, lo traje, ahora quiero la guita.
- Mire, yo soy Ángel Lemos- me dijo sacándose el sombrero y los anteojos- Lucía me espera- agregó.
El color gris verdoso era el de su calavera.
Ahí recordé un poco mas de la historia.
La hija del tano rico se llamaba Lucía y el novio era el famoso violinista Ángel Lemos.
Comencé a tragar saliva y a transpirar.
Dejé de mirar el espejito y mire hacia el frente.
Queriendo convencerme de no era real, pensé.
- ¡Puta lo que se inventa  la gente para no pagar treinta mangos!-
De pronto sentí frío en la nuca, no me atreví a mirar.
Gotas frías de sudor me empapaban el cuello de la camisa y la espalda.
Un silencio pesaba me envolvía, solo escuchaba el ronroneo del motor. No recordaba si yo había apagado la radio o si se apagó sola.
Pasaron unos minutos hasta que me atreví a darme vuelta.
Cuando lo hice, vi la puerta abierta y vi algo en el asiento.
Era un anillo de matrimonio...
Lo tomé y prendí la luz interior.
En el lado interior se podía leer a pesar de estar muy gastado.

"Con amor de Ángel a Lucía"

6/10/13 4:32