Orión 515 b
El sistema lo despertó lentamente.
Despues de unos minutos ya se sentía fuerte lo
suficiente para abrir el sobre verde que
estaba a su lado.
Leyó las instrucciones…
Comenzó el aterrizaje en Orion515b.
Una vez en tierra, si asi se podría llamar al
suelo de Orion, los sensores detectaron una atmosfera similar al del planeta madre.
La temperatura rondaba los 25 grados,
Primero se despojo de la escafandra, luego del
traje espacial, caminó unos pasos y sentó en un peñasco.
Miró el reloj, indicaba las diez y venticinco del
tres de noviembre de 2215...
– ¡Mierda...Rip
Van Winkle [i]es
un poroto al lado mio!– exclamó.
Su nave había partido el 2115.
No conseguía entender como lo habían convencido.
¡Bien… no era casado… sus padres ya habían fallecido…pero cuando volviese no conocería a nadie y todos
sus conocidos estarian cremados en algún cementerio!
Trató de concentrarse en la misión, levantó la
vista y un increible anaranjado pintaba las cumbres del norte y al este un
tenue azul teñia las colinas...
Tomo la cámara de su casco y grabó la presencia
de los soles de Orion.
Volvío a la nave, con las funciones vitales
volvian tambien las nececidades. Se sentìa como una jauría de lobos corriendo
la presa salivando su sabor de carne fresca.
Apretó un boton y sobre la mesa apareció una caja
con el estúpido nombre de Porción numero 0001.
Pensó que el idiota que la había pensado tampoco
estaría vivo.
Manipuló los botones de la computadora de mesa y
un señor amable de facciones de abuelito contando un cuento a los nietos se le
dirigió deseándole una bienvenida a Orion515b y buen provecho...
– ¿Habrá un sensor que detecta la comida y adecúa
la peli de acuerdo a lo que hago?– Pensó mientra escuchaba al señor bondadoso
que le repetía las mismas instrucciones que había leido.
Volvió a salir, esta vez llevó la mochila de
exploración, con víveres, agua, y una docena de instrumentos.
Caminó una buena jornada, apenas se veía
vegetación pero al pasar una colina se encontró con un lago rodeado de un
bosque.
Se puso alerta, los sensores detectaban la
precencia de seres vivos. Armó un vivac, junto leña y prendió una fogata. La
luz anaranjada ya había desaparecido y solo la azul lo rodeaba con una tenue
penumbra.
El recuerdo de las Historias de Nick Adams, los
cuentos autobiograficos de Hemingway, se reflejaban en el humo de la fogata.
Decidió intentar pescar, preparo una caña completa que había en
el equipo.
Algunas sombras obscuras paseaban en las aguas del lago.
Puso el cebo artificial, y tiró la línea al agua.
– ¡No
así, amigo! – escucho decir a alguien. Se dio vuelta y vio sentado en una
piedra a un viejo de barba blanca.
Solo atinó a preguntarle:
– ¿Quién es usted?– Como si ver un humano a cien
años de la Tierra fuera una cosa comun y corriente como un londinense ajustando su reloj con el Big
Ben.
– Ernest– le contestó y continuó– Nick nunca
arrojaba la línea de ese modo, de arriva a abajo, sino de lado, para que la
cucharita haga sapitos y atraiga la presa, déjeme a mí que le muestro. – dijo
el viejo levantándose y tomando la caña de sus manos.
Tiro desde su derecha haciendo un arco paralelo
al agua.
El cebo crepito sobre la superficie como las
chispas que chisporroteaban en la fogata.
Para su sorpresa
un pez saltó y mordió el cebo.
El viejo recogió el sedal y trajo algo parecido a
un trucha a la costa.
Pesaba alrededor de un kilo y medio y sus escamas
doradas reflejaban un color verdoso por la luz del sol azul que ya tambien caía
en el horizonte.
Ernest rapidamente solto el pescado del anzuelo,
sacó una navaja de su bolsillo, lo limpio, lo ensartó en una rama y lo puso a
asarse al fuego.
Todo ese tiempo el astronauta estaba estático
observando pero al fin reaccionó.
– ¡Hemingway,
Ernest Hemingway! ¿Como llegó aquí?
– No se, creo que usted me trajo, ¿No estaba
recordando mi libro hace unos minutos?
Tome, coma un poco, no tiene nada que envidiar a
las de " Rio de dos corazones" ¡Ja, ja! –Se rió de su propia ocurrencia de
referirse a otro cuento suyo de Nick Adams mientras le alcanzaba con la punta
de la navaja una generosa porción del pescado asado.
El astronauta comió un pedacito y al poco tiempo
sin decir palabra los dos dieron cuenta de la trucha orionense.
– Entonces, ¿usted es real, es el propio
Hemingway? O estoy enloqueciendo.
– ¿Por qué, acaso la satisfacción de un deseo
subconciente es un signo de demencia? No amigo, satisfacer un deseo es la
maxima expresión de cordura.
– ¡Pero
usted se mató hace mucho tiempo con su propia escopeta!
– Veo que usted ya esta dudando...–Dijo el viejo
y su imagen se comenzó a esfumar como en
un fundido encadenado entre dos escenas. Ernest que desaparecía y el solitario
paisaje de la fogata, el lago y el bosque que se hacía más nítido.
– ¡Espere...
Espere. No se vaya!– apenas alcanzó a gritar el astronauta.
Ya no quedaba vestigio de Hemingway.
Pensó que sería alguno efecto psicotropico de una
comida guardada cien años. O alguna perturbación psiquica causada por el propio
planeta.
El pescado lo podría haberlo pescado, o asado y comido el mismo.
Pensó en escribir un informe, pero no sabía como
¿quién le creería una historia tan absurda?
Agregó un poco de leña al fuego, abrió el saco de
dormir y se metió adentro, no antes de preparar los detectores de peligro. Al
cabo de uno minutos volvio a caer en su primer sueño normal despues de uno de
cien años.
A la mañana el resplandor anaranjado del primer
sol irrumpió por encima de los arboles.
Se levantó, apagó los brasas del fuego mientras
masticaba todo lo ocurrido el día anterior.
Juntó todo y se dipuso a volver a la nave para
redactar su primer informe.
– ¡Bah,
seguro fue una alucinación...! se dijo a si mismo cuando un reflejo azulado del
segundo sol hirió su vista.
Se acercó a un objeto caído en el suelo.
Levantó la
navaja de Hemingway y la guardó en un bolsillo.
[i] Rip van Winkle es un cuento corto de Washington Irving. El relato se ambienta en los días antes
de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.. Rip, se sienta bajo la sombra de un árbol y se queda dormido. Se despierta 20 años después y
regresa a su aldea. De
inmediato se mete en problemas cuando alaba al rey Jorge III, sin saber que ya no era un súbdito de los británicos.
1/6/15 23:21
1/6/15 23:21
Muy atrapante!!! Abrazo!!
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