Gafas o “gaffes”?
-¡Ramonaaa!
-¿Y ahora que, Gervasio?
-¿Viste mis gafas? ¡Seguro que
las desgraciadas tienen patitas!
- ¡Tus gafas no las vi, pero
tus “gaffes” las veo a menudo!
-¡No me jodas, Ramona, me tengo
que afeitar y no veo ni la punta de la nariz!
-¡También con semejante narigón!.
Me parece que las dejaste arriba del televisor.
-¡Gracias querida! ¿Que sería mi
vida sin ti?
-¡La tuya no sé, pero la mía algo
cercano al paraíso!
Gervasio, se terminó de afeitar,
salió con la cara media enjabonada y apoyó sus lentes en una estantería al lado
de la puerta del baño.
Entró nuevamente y se duchó.
Unos minutos después sonó la
campanilla de la puerta de entrada.
-¡Gervasiooo! ¡Por favor atendé, que se
me corta la crema!
-¡Voy, Ramona¡ Dijo el marido
saliendo del cuarto de baño en camiseta y envuelto con un toallón de cintura
para abajo.
Abrió, era el cartero que le entregó una carta
certificada y le pidió que firmara
el recibo.
-¡Ramonaaa!!
-¿Otra vez, y ahora…
Gervasio?
-¿Viste mis “quevedos”?
le respondió.
-¡Me parece que ni siquiera son “queveuno”,
cabeza de chorlito, piensa un poco, hombre!- Ramona le contestó socarronamente
sin dejar de batir la crema.
Gervasio, medio ciego, tomó el recibo, lo apoyó sobre el marco de la puerta y firmó como pudo donde el cartero le indicó
con el dedo.
Cerró la puerta, apartó el sobre
a más de medio metro y leyó con gran esfuerzo el
nombre del destinatario de la carta.
Estaba escrita Ramona con letras grandes en una cuidadosa caligrafía.
Se puso pálido, el sobre cayó de sus manos.
Pensó: “Mi mujer
nunca recibe cartas”.
La adrenalina le hizo recordar
que se había sacado los lentes antes de bañarse para que no se empañen con el vapor de la ducha y que
los había apoyado en el estante al lado del baño. Corrió hasta ahi, los
tomó, se los puso apresuradamente y
comenzó a leer la carta.
" Ramona, paixón da miña vida:
¡Desde aquel dia en que la providencia cruzó nuestros
caminos no veo la hora de volver a verte,
para volver a abrazarte y comerte a besos!
Seu,
Manolo el portero do edificio
de enfrente"
- ¡Miserable, cuarenta años de
matrimonio y me engañas con el portero! Gritó y salió corriendo en dirección a
la cocina vestido solo con la camiseta. El toallón se le había caído en medio
del ataque de histeria.
Ramona sin parar de batir, no
fuera que se le cortase la crema chantillí, lo miró con los ojos grandes como
huevos diciéndole.
-¿Y ahora de que se trata
Gervasio? ¡Y a ver si te tapas el culo, no sea que se resfríe y comience a estornudar!
El marido sacó un gran cuchillo
de cocina mientras le gritaba.
-¿ Que te mato infiel!
Ramona no perdiendo la
tranquilidad, batiendo su chantillí, le preguntó
-¿A quien está dirigida la carta?
-¡A vos, desgraciada! Le respondio acercándose
amenazadoramente con el cuchillo.
-¿ Y tenías puesto las”gafas”? .
Lo paró con el batidor de mano
-¡Estee...no...! Le respondió dudando.
-¡Anda, trae el sobre y leélo con los “quevedos”. Le
ordenó Ramona.
Gervasio
se enrrolló la toalla otra vez y lo fue a buscar dejando el cuchillo sobre la
mesa.
Volvió
leyendo en vos alta:
- ¡Ramona!- leyó con seguridad y prosiguió - no hay apellido... mas abajo en letras mas
pequeñas: Calle Camelias 254 –ahí se detuvo
empalideciendo otra ves y siguió-” para mi amor” del cuarto B...
-¿ Y donde vivimos Rey de las “gaffes”
,? le respondió la mujer apuntandole
la nariz con el batidor de alambre.
-¡Camelias 254, Segundo A...!- le respondió
constrangido. Quedó unos segundos en silencio, luego le pidió con voz melosa - ¿Ramoncita...cielo...
me perdonás?
Daniel Kritz, 12 de mayo de 2013
21/4/15 0:03
21/4/15 0:03
muy bueno Daniel sinceramente me gusto
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bueno! Y el cartero tambien precisa gafas...
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