Ningún hombre honesto se hace rico en un momento
Galindes se levantó temprano, casi de
noche, tomó un café recalentado del día anterior, manoteó un pedazo de pan y
salió corriendo a la parada del ómnibus. Quería ser de los primeros en el
puesto de la lotería de Doña Manolita.
Años y años que soñaba con ganar el gordo
de Navidad.
Salir de esa pobreza que le agobiaba.
Eulalia ya había fallecido, pero si ganaba, por lo menos podría ayudar al Toto
y a Clarita.
Toto, a pesar de ser ingeñiero, vivía de
trabajar de taxista por las noches.
La Clarita se quemaba las pestañas cosiendo
para varias modistas.
Los nietos solo soñaban con los regalos que
deseaban, la bicicleta nueva con doce cambios de Carlitos estaba lejos de la
realidad y la Barbie para Thelmita también. Se tendrían que conformar con
alguna chuchería de plástico de aquellas de " todo por cinco euros".
Cuando llegó la cola ya era bastante larga y un par de policías estaban intentando de poner orden.
Hacía años que compraba el mismo número que
le había dicho una gitana en Sevilla.
-¡ Oye payo, me da un'leuro y te adivino la
suerte.!- A cambio del euro la gitana me dijo un número con muchísima seguridad
y agregó- ¡ Que tu'va'a ganar a lotería con este numeo, señorito!
Y se alejó mirándome como quien mira al
diablo.
Me dejó impresionado y por eso insisto.
Comenzó a saltar un poquito, a fregarse las
manos y se arropó con la bufanda; hacía un frío de puta madre.
El sorteo era ese mismo día en el Teatro
Real.
Ya había comprado una botella de cava
barata y un turrón. También había bajado del desván la sillita plegable.
Tenía todo preparado para festejarlo.
Hoy salgo de pobre, pensó esperanzado.
A la tarde llego al teatro y se encontró
con la pandilla de los pobres esperanzados de todos los años.
-¡ Hola Galindes! ¿Pues es hoy el gran
día...?- le dijo Felipillo, otro pobretón soñador como el.
- ¡ Pueh, si, que es hoy...de aquí unas
horas nos tomamos la cava para festejar, después nos vamos de putas para
completar la fiesta...!
-¡ Ja, ja! ¿pues ya te compraste el Viagra,
o un chupachús para entrenar la
lengua...?
Chanceaban entre si para soportar la
angustia de la esperanza.
Galindes tenia los billetes entre sus dedos
agarrotados por el frío ...
El corazón le palpitaba como nunca le había
pasado, la tensión lo estaba destrozando.
Felipillo lo vió tan nervioso, que intentó
calmarlo.
-¡ Pues cálmate hombre, que en esta o ganas
tu o me lo llevo yo..! Ellos compraban los billetes con los tres numeros
finales iguales.
Por fin el
niño del colegio San Ildenfonso canto el numero del premio mayor, con
ese tono especial del "gordo de Navidad" ...
Un brillo de alegría resplandeció en los
ojos de Galindes . Saltó de alegría. Pero cuando cayó al
suelo, ya estaba muerto.
Su corazón no soportó el alegrazo, Felipillo
intentó ayudarlo en vano...
En el tumulto, un ratero haciendose pasar por un buen
samaritano que intentaba salvarle, le arrebató los billetes.
Galindes no iba disfrutar del premio, pero
el ratero tampoco. En su desesperada huida hacia la Puerta de Sol, cruzó la
avenida y lo atropelló un camión de basura y murió en el acto. Al caer abrió
los dedos de la mano alcantarilla , justo arriba de una alcantarilla, lugar
donde había caído el cuerpo del desgraciado. Un barquito de papel que venia
navegando por el agua que corria al costado de la vereda empujó los billetes en
su caída.
Felipillo atendiendo a su amigo, no se dió
cuenta y solo atinó a gritar:
-¡Un medico por favor....!
9/1/13 9:01
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