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jueves, 22 de diciembre de 2011

Sopa con ritmo





A la mañana me levanté temprano con la intención de preparar algo de comer para que mi esposa y yo llevásemos al trabajo.
Abrí la heladera para sacar los ingredientes cuando vi una fuente de comida. Me extrañó pues no la había visto a mi mujer cocinando. Puse agua para el café, dos rodajas de pan en la tostadora, la desperté y cuando se levantó le pregunte:
-¿Cuando tuviste tiempo?
-¿Tiempo de que?- Me respondió.
-¡Pues de cocinar!
Me miró con cara de no entender, entonces abrí la heladera y le mostré la comida.
-¡Me estas bromeando!- dijo y fue a lavarse.
Me quede con la puerta de la heladera abierta rascándome la cabeza y mirándola como si fuera el oráculo de Delfos.
Cerré la puerta y me dije: -¡Es un ataque de amnesia feroz o sonambulismo repentino!
A la noche de vuelta del trabajo, le pregunte a mi señora si la comida había estado rica, así quizás pisaba el palito y me confesaba la verdad.
-¡Riquísima!- me dijo. No dije nada, cociné algo, cenamos y fuimos a dormir.
A eso de las tres de la mañana me despertaron luz y ruidos que venían de la cocina. Miré a mi costado y mi cónyuge roncaba a pierna suelta.
Me levanté para investigar, y cuando llegue no pude dar crédito a lo que veía.
Una olla sobre el fuego con agua hirviendo, un cuchillo cortaba zanahorias en rodajas, y estas se levantaban e iban en fila india para saltar dentro de la cazuela.
Toda esa parafernalia la hacían con un estupendo ritmo tropical de una película de los 50's…pero no conseguía reconocer de cual se trataba.
Al lado de la tabla esperaban su turno bailando un par de papas, una batata y un puerro.
En la pileta dos choclos hacían Streep Tease al compás de la música.
El cucharón revolvía solo la sopa y cada tanto salía y daba alguna orden como un gran chef.
En un momento dado el salero salto de la repisa, hizo una reverencia, se acerco a la olla y comenzó a salar la comida.
El " chef" tomó una cuchara y probó el caldo.
-¡Suficiente!- le dijo al salero.- ¡Esta rica así!
Mientras tanto a mi no me daban ni la hora. ¡Un perfecto cero a la izquierda!
En un momento dado mi mujer se despertó un poco y me gritó:
-¡Baja el volumen de la televisión!
 El cucharón levanto la vista, pidió silencio y le dijo a la luz que se apague. Cuando estuvo oscuro el cucharón fue en puntas de pie hasta la puerta del dormitorio para ver si mi mujer se había dormido nuevamente.
Cuando Claudia se durmió el cucharón volvió, le dijo a la luz que se encendiese nuevamente y al cuchillo que siga cortando. Ahí la fila continuó su danza hacia la olla.
Las verduras bailando, cantando y zambulléndose y el cuchillo cortando con ritmo de maracas:
¡Ta, ta, ta...tá...taaá! …x@$&X    
¡Ta, ta, ta...tá...taaá! …x@$&X    
¡Ta, ta, ta...tá...taaá! …x@$&X    
Después de cada taaá, decían algo: (x@$&X) que no entendí bien porque cantaban en tono muy bajo.
Me acerqué para escuchar mejor. El canto movedizo seguía
-¡Ta, ta, ta...tá...taaá!
Ahí, el cucharón me guiñó un ojo y cantó en vos bien alta:
- ¡Mambo!

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